Comienzo manifestando que
siempre he sido y seré un abierto defensor de las tradiciones culturales y
folclóricas de nuestro pueblo, porque es como la huella digital que nos
identifica a través del tiempo, dándonos identidad entre los demás pueblos del
departamento y la costa en general. Pero indudablemente lo que no podemos
permitir es que esas costumbres y tradiciones sean tomadas por quienes
desconocen totalmente sus orígenes y razón de ser, para utilizarla con el fin
de sabotear y destrozar por completo el valor integral de la suma de los
valores religiosos y culturales que simbolizan nuestras fiestas patronales.
Según la investigación que
me permití realizar para escribir este artículo, las tradicionales bolas de
candelas datan desde comienzos del siglo pasado (XX) y en sus inicios
consistían en que un grupo de amigos pactaban para las festividades patronales,
fabricar bolas de tela, para después de las novenas y demás actos religiosos
encenderlas en la plaza principal, frente a la iglesia santa María Magdalena y
patearlas como un juego, pero solo entre amigos, sin tirárselas a nadie y sin
provocar riesgos sobre las demás personas.
El juego de las bolas de
candela era acompañado por el sonido de la banda que religiosamente comenzaba
su toque todas las noches después de novena y por un par de hora amenizaban la
plaza principal desde la imponente terraza de la iglesia, no puedo dejar pasar
por alto el hecho de que la plaza principal de malambo estaba rodeada por casas de barro y bareque cuyos techos en la mayoría
eran de paja o enea como muchos la conocen. Y nunca hubo un incidente, pues las
bolas de candela nunca fueron arrojadas a las residencias aledañas, como
tampoco la tiraban a donde estaba la banda y mucho menos hacia la puerta de la
iglesia, obviamente en esa época el respeto por valores era mucho más grande.
Pero
como se hacían las bolas de candela originales?
Eran bolas de tela que se
hacían por capas y se iban asegurando con fino alambre de cobre extraído de
bobinas viejas de aparatos eléctricos de la época o en muchos casos con pitas
con las que se amarra el bollo y que luego de darle forma y tamaño capa tras
capa, eran sumergidas por varios días en un recipiente con gas, para que se
empaparan bien y así poder garantizar su quema total.
Eran empapadas en gas pero
aun asi había que tener paciencia para que la bola tomara bien la candela, ya
que el gas es un combustible lento y no explosivo, por lo que de no esperar que
tomara bien la candela se apagaba a mitad de camino, pero el gas también permitía
que estas bolas pudieran ser pateadas, con menor riesgo de quemaduras, ya que
el gas es un combustible pasivo no explosivo y como la idea eras patearlas
entre un grupo de amigos, tampoco representaba un riesgo para quien no quería
participar del juego.
En el malambo de esa época
había reconocidos hacedores de buenas bolas de candelas, que no se deformaban
ni apagaban a mitad de camino en familias como los Serge, los Meza, los Camargo
y otras, el juego de las bolas de candela generalmente comenzaba después de
diez de la noche y quienes se quedaban en la plaza a esa hora después de los actos religiosos, lo hacían con el interés de
divertirse o participar de lo que con el tiempo se volvió tradición, nunca se prendió
una bola cuando se realizaban los actos religiosos y nunca se construyeron esos
artefactos con el fin de dañar a los demás y mucho menos de sabotear las demás
actividades religiosas y culturales programadas.
Pero con el paso del tiempo Malambo
fue creciendo, nuevos barrios se fueron sumando a la población de nuestra
localidad y muchas de nuestras costumbres y tradiciones de antaño, se
perdieron, quedaron fuera de circulación y en el mejor de los casos se
transformaron o perdieron su esencia
Eso es lo que ha pasado con
las tradicionales bolas de candela en las fiestas patronales, porque desde
inicios de los años 80¨s dejo de ser un juego entre amigos para convertirse
poco a poco en un peligroso y aterrador juego con el que se busca diversión a
costas del temor o la debilidad de otros, sin respetar las actividades
religiosas, al contrario se está al acecho de la salida de los feligreses de la
santa iglesia para provocar el caos, el miedo siempre a espera de quienes
dieran la oportunidad para tirarles las bolas en llama, no importa si eso
implica colocar en riesgo la vida ajena.
Las bolas de candela hoy en
día son hechas ya no como elementos para un juego entre amigos, son construidas
con material inflamatorio como telas de
poliéster, plástico, mallas de acero y alambre e incluso con cocos secos
adentro, solo con el único fin de que a quien toquen o golpeen les hagan daño,
le quemen la piel, la ropa, le genere una fractura o un trauma cráneo
encefálico, esa es la sádica actitud que realmente motiva a quienes las hacen y
a quienes salen a patearlas, siempre en busca de una víctima de alguien que a
costas de su integridad, de un poco de diversión y motivo de burla
He ahí donde se fue
perdiendo de apoco la tradición, hasta transformarlo en lo que hoy en día es,
definitivamente más que un juego una perversidad cuyo único fin es dañar a los
demás, sin importar que con ello estemos destruyendo la infraestructura del
parque central, por el contrario es una buena oportunidad para romper lámparas,
arrasar jardines, partir regaderas y destruir juegos infantiles, generar el
caos para permitirse la destrucción de todo lo que se pueda, sin importar que
ese espacio es el lugar donde ellos mismos o sus hijos salen a divertirse los
fines de semana, todo con el fin de obligar la intervención de la fuerza
pública y llevar el vandalismo al más alto grado de éxtasis para muchos de los
asistentes que con piedras y otros elementos se enfrentan a la autoridad en
masa, para pasar por encima del estamento e imponer el caos y la violencia como
factor determinante en una nueva cultura que a pasos gigantes se toma nuestra sociedad,
nuestros barrios y nuestras familias
La cultura de la violencia,
la intolerancia, el vandalismo y la agresión hacia los demás como elemento de
imposición y liderazgo, la misma que día a día se vive en muchos sectores a los
que hemos estado de espaldas y que hoy a pasos agigantados busca imponerse en
todos nuestros espacios sociales, culturales y políticos, como una nueva y
lamentable tradición.
Alex Miranda Charris
Periodista